domingo, 9 de agosto de 2015

Juzgadores y Juzgados


¿Qué eres juzgador o juzgado? Cuidado con que elección haces porque ambas son igual de complicadas. En ambas te dicen que barco tomar y en que puertos atracar.
En la realidad en la que vivimos, estamos rodeados de ellos, de pequeños juzgadores. Maestros que aleccionan a los juzgados.

 Son pequeños dictadores de lo ajeno. Se sienten dueños y señores, con suficiente legitimidad de entrar en la vida de los extraños y enjuiciar con total impunidad.  Lo arrasan todo de manera torrencial y pobre de aquel desgraciado juzgado, que encuentran en su camino.
Tenemos a diario a miles de juzgadores de a pie, dueños de la verdad tirana.

En cambio, si eliges el papel de juzgado, tampoco creas que es mejor. Es igual de complicado. Tienes que actuar según los patrones establecidos, y siempre contentar a todos. Tu mayor miedo es el que dirán y tu peor enemigo es el publico.  Constantemente midiendo tus palabras y tus actos, para que no llegue ningún juzgador con su mazo de la verdad dictando sentencia.  

Y es curioso, porque ambos roles llevan vidas muy apenadas. El juzgador no es más que un pobre desdichado con una vida vacía, que intenta edulcorarla con la de quien le rodea, y si es cercano mejor.

En realidad él quisiera vivir esa vida que tanto le molesta. Lo que siente no es otra cosa, que ese sentimiento, tan viejo como banal, la envidia. El quisiera que su vida fuese tan criticada como la del ajeno. Pero en cambio su vida  no es más que fachada de un edificio en ruinas en sus cimientos . Por lo que su única escotilla al exterior, no es otra, que coger su mazo y repartir justicia a esos pobres infelices que se atreven a vivir.

No es mejor la del juzgado, nunca llegara realmente a estar donde quiere ni a sentir lo que quisiera.  Aparentemente sí, pero no en su interior. El se  siente enjaulado, con ganas de salir y gritar continuamente. Con esa sensación que lo oprime y a veces no lo deja conciliar el sueño. Y es ahí, en sus sueños donde únicamente es libre, donde puede decir lo que piensa y hacer lo que realmente desea.  Quizás, no le guste la personas que tiene a su vera, o su trabajo, o su ciudad o su cuerpo, o incluso sus propios sentimientos le aterran.  Quizás es eso lo único que siente, terror. Terror por no poder en un momento coger las riendas y dirigir él su propio rumbo. Recordemos que siempre tendrá detrás a los ojos de un juzgador con el mazo preparado.

En este punto, me atrevo a dar un consejo a ambos.

Cuidado juzgador, porque la vida es caprichosa y puñetera. No hay otra que le guste más que ponernos en abismos imposibles. Cuidado, porque aquello que con tanta vehemencia enjuicias puede convertirse en tu película, y tu por capricho de unos dados en el protagonista
.
Tampoco me quiero olvidar del juzgado, mi consejo para ti, no es más que una pregunta. ¿Te compensa?