Cada día lo veo como lo agarra con cariño
preocupado porque camine bien. Lo agarra con fuerza para que él sienta que esta
con ahí, no se va a caer porque él no lo va a permitir.
Mientras el camina como puede y con
andares torpes, él le susurra al oído palabras de cariño. Le va alentando para
que siga, consciente del esfuerzo que le supone el mero hecho de caminar.
Ahora los roles han cambiado, es el hijo
el que guía al padre por ese camino, estoy segura que jamás pensó que le tocaría
a él asumir ese papel, pero la vida a veces nos tiene preparados desagradables
episodios. Cuando miro lo joven que es el padre y como camina agarrado del hijo
preocupado, pienso que realmente esas personas son las que merecen. Cuando pasa
algo de esa magnitud en la vida es cuando sacamos la fortaleza, y yo desde luego
admiro a ese hijo y aun más al padre, que consciente de que no puede ser ahora
el líder ha asumido su papel, peleando con ayuda de ese hijo porque cada día
merezca un poco la pena.
Cada día os veo, y nunca me atreví a
acercarme, pero desde mi ventana tenéis a una ferviente admiradora, porque sois
los héroes de esta vida rápida y desagradecida que tenemos.