Es curioso como aquello que prende en nuestro interior que lo abrasa todo, parece que nunca se va a apagar, y sin embargo tú lo apagas y lo reposas, lo dejas enfriar con el viento de lo aprendido.
Es curioso, como aquello que pensamos que nunca perdonaremos, como aquel zarpazo profundo, aquello que suena al crujido de cuando algo estalla y era algo que latía. Si que vuelve, vuelve a su traqueteo diario. Aunque bien es cierto, que nunca palpita igual. Lo hace a otro ritmo, nunca tan rápido y tan vivaraz, pero bueno, al menos se mueve.
Es curioso, como aquellos días que son batallas, mis batallas diarias, mis pequeñas luchas diarias, realmente fáciles de ganar viéndolas desde la calma. Aquellos días eran muy difíciles de derrotar.
Es curioso, como solo buscas apagar esa furia que tienes dentro, pero si difícil fue apagar la furia más difícil fue apagar la añoranza. Es curiosos como después de todo aquello solo queda amargor y añoranza. ¿Añoranza de qué? me pregunto muchas veces, como puede las personas añorar aquello que tanto le hirió. Pero el hecho es que se añora, pero también se va, y ahora solo queda recuerdos.
Es curioso, como todo pasa, y que verdad es, que ese tiempo que maldecía porque nunca corría ahora baja como el agua, por el campo ardiendo , dejando solo a su paso cenizas y olor a campo quemado. No te voy a decir lo de siempre, que de todo se aprende porque es mentira, volverás a caer en muchos de los sitios en los que ya estuviste. Pero si te digo una cosa, caerás, si, pero la caída será más pequeña, te harás menos daño y pensaras que ya estuviste en ese sitio y sabes cómo buscar la salida.
A veces pensaba que nunca volvería a sonreír igual, si que sonreí, lo conseguí. Pero si es cierto que algo mío se quedo allí. Se quedo mi descubrir, mi ilusión por conocer, esa inocencia que tenemos todo en algún momento, esa te la quedaste tú.
Aún hoy, recuerdo fechas y recuerdo olores, recuerdo momentos, los recuerdo pero ya no a diario, y menos mal, porque esos recuerdos no me dejaban, me perseguían tanto que me ahogaban, pero se fueron y solo vuelven de vez en cuando, para recordarme que estuvieron ahí y que están aun esperándome.
Es curioso, tu amado y odiado tiempo, me has llevado por tus senderos y ni me has preguntado si quería ir contigo, me has llevado a lo profundo de un océano de lagrimas y luego me llevaste a la calma, a playas serenas y tranquilas. Me siento transeúnte solitario por tus caminos, pero ayúdame, no me abandones, ayúdame a perderme en tus páginas en blanco, ayúdame a navegar por ellas y que mi mente se calme y vuele con los pájaros del recuerdo.