jueves, 20 de junio de 2013

Mi canalla

Al principio te deslumbra con su palabrería y con su disfraz. Con ese tono serio y convencido con el que se cree sus mentiras. Ese pobre hombre afectado y entregado en lo que cree. El que parece que tiene a todo el mundo en su contra, el hombre valiente que recorre el rio a contracorriente.
En ese momento, como siempre en mí, me entra la curiosidad e intento escarbar, que hay detrás de esa fachada, pensando que había algo que valía la pena.  Siento adelantad que lo que finalmente encontré no valía nada.
El hecho es, que el resto de personas iban y venían, pero yo seguía ahí, como buen mástil, como buen apoyo que nunca cedía. Aun recibiendo tempestades de malas palabras, yo seguía ahí, convencida de que hacia bien.
Te embarcabas en proyectos cada vez mas nuevos y esperanzadores, pero amigo mío, tu eres como las hienas, se acercan a la presa, la huelen, la olisquean y cuando le sacan los ojos, que es lo único que les interesa, se marchan dejándolas tiradas.  
Siempre te preguntas porque de tan mala suerte, porque no te salen las cosas como quieres, porqué los que parece ser tus amigos luego te dejan y se van mal hablando de ti. Ahora yo si lo entiendo, esos que dices que eran tus amigos, no eran más que iguales que tu, pero ellos han sido más listos y mas rápidos, han intentado jugar al mismo juego, solo que a la hora de rapiñear  nos gusta más llevar la batuta, a que nos dirijan, ¿verdad? Pues  amigo mío, esos que dices que son tus enemigos, no son más que como tú. Solo que no has sabido entrar al juego y lo querías todo para ti.
E ahí tu problema, la avaricia. Que sepas que morirás por tu ambición o por tu avaricia, ambas te llevaran al mal camino.
Siempre quieres más, a costa de quien sea y de lo que sea, nunca das nada sin llevarte algo a cambio y menos mover a una gran autoridad como tu sin recibir un baño de admiración, de esos pobres deslumbrados, en los que yo me encontraba.
Pero luego meditándolo bien y analizándote en mis pensamientos, llego a la conclusión que no eres más que un hombre con ideales equivocados y asustado de perder la única persona que te soporta.
No eres más que un hombre, que un día lo tuvo todo, lo que tú consideras importante, y luego guiado por tu propia ambición y quizás siguiendo a la de otra, lo perdiste todo. Tenias un trabajo que te gustaba, eras lo que se suponía que tenias que ser, eras orgullo de los demás. Ese trabajo te trajo mucho sinsabores y amarguras, pero eras respetado incluso a veces temido. Tenias que obedecer, si. Pero  siempre tendrías al pobre diablo por debajo de ti para subirte y acabar con él.
 Ese trabajo amargo, y desagradecido, pero que añoras cada segundo de tu vida. Porque amigo mío, aunque hables maldades de él, ese trabajo es tu vida y te sientes vacio sin él, te sientes que has perdido lo único que sabes hacer y para lo que te han entrenado y por lo que estabas orgulloso. Cada instante de tu vida recuerdas esos momentos y aquellos años vividos, y ese es tu amargor, eso es lo que hace que cada minuto que pasas feliz se oscurezca, porque vuelve a tu mente.
No hay día sin que te preguntes porque, porque te fuiste y cuáles fueron los motivos.
Pero eso paso, ya te fuiste y volviste a la vida exterior. A una vida donde no hay nadie que te siga, ni que haga lo que tu voluntad diga. Entonces es el momento en el que yo me pregunto, como puedes añorar una vida, una manera de ser, una creencia, como pudiste ser parte de ella. Una persona como tú, una hiena, como estabas en esa vida, como te atreves a ponerte ese color y esos metales, ¿Te las has ganado, amigo? no hablo de horas, ni de años, hablo de integridad. No sé si la persona que eras antes se las merecería llevar o no, porque no te conocía, pero desde luego sí que sé y no tengo ni un ápice de duda, que la persona que eres ahora, debería de quemarlas y olvidarse de ellas. Porque tú avaricia y ambición las ensucia.
Amigo mío, mi pequeño canalla, te dedico estas palabras, no porque me crea mejor que tu, que eso no me toca a mi valorarlo, sino para darte las gracias. Las gracias por abrirme los ojos y mostrarme que clases de personas ahí en este mundo. Por mostrarme hasta qué punto la ambición puede llegar a nublar el juicio de los seres humanos y que mezquinos podemos ser con tal de llegar a donde queremos.
Gracias, mi canalla.

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